Felices, felices, felices…
Pues mañana 20 de marzo es el Día Internacional de la Felicidad, qué locura, cómo si el ser feliz dependiera de instituir un día para ello, cómo si la gente encontrara la felicidad por decreto o nomás porque alguien tuvo la fabulosa idea de inventar una fecha para que la humanidad festeje y sean felices.
Y en estos tiempos por culpa de la pandemia la humanidad en general no tiene suficientes motivos para ser feliz, bueno, en realidad ni siquiera debería existir el Día de la Felicidad porque no existe la felicidad universal.
La humanidad no requiere de un día institucionalizado para sentirse feliz porque si así fuera, andaríamos peor de lo que nos imaginamos, significaría que el resto de los días tendríamos que ser infelices.
Triste seria que solo un día al año se pudiera ser feliz, que se amaneciera un día con una gran sonrisa y al caer la noche comenzara a desaparecer y al dar las cero horas nuevamente llegara la desolación, la tristeza, la desesperación que duraría 364 largos días con sus respectivas noches.
En realidad, la felicidad vive en cada persona, sacarla a flote es tarea propia, la felicidad es un estado de ánimo que por lo general se tiene cuando se logra una meta deseada, cuando hay paz interior, armonía, un enfoque positivo de las cosas, en estos tiempos saber que quienes nos rodean tienen salud, que se ganó la lucha contra la pandemia. En síntesis, es una condición interna de satisfacción y alegría que no estriba en que exista un día determinado para ser feliz.
Las personas perciben la felicidad de acuerdo a la satisfacción de sus intereses y necesidades, hay gente que no la encuentra porque no sabe valorar lo que tiene y siempre busca más, o desea lo que otras personas poseen.
Contrario a ello hay personas que con casi nada andan con una sonrisa de oreja a oreja, la razón es que le dan el justo valor a las cosas, disfrutan situaciones que a simple vista parecen sencillas pero que están cargadas de bondades.
La felicidad puede estar en lo más sencillo pero que reconforta el alma y da fuerzas para seguir luchando por lo que se desea alcanzar aunque muchos no lo sabemos.
Momentos vividos en el día a día, una mirada, la sonrisa de un niño, la caricia amorosa, el saludo de un buen amigo, el darte cuenta que tienes amistades, familia, que te quieren y que tienes la capacidad de amar y sonreír, eso es felicidad y puede ser suficiente para estar contento, cumplir deseos puede ser efímero, las cosas materiales van y vienen, por ello la paz interior, la tranquilidad del alma, es la verdadera razón de ser feliz.
Realmente la felicidad no tiene una definición universal porque hay quienes basan su felicidad en la belleza, la fama, el dinero, y para otros es algo sentimental, la paz interior, la estabilidad emocional. En nuestro México en muchas ocasiones el comer, vestir, tener un techo, una cama donde dormir es causa de felicidad, el ver un nuevo día, valorar la vida misma es motivo más que suficiente para ser feliz, en sí, CUANDO SE TIENE SALUD nosotros somos los que elegimos nuestro nivel de felicidad.
FRANCOIS VOLTAIRE, filósofo francés, escribió que los seres humanos buscamos la felicidad pero sin saber dónde al igual que los borrachos buscan su casa sabiendo que tienen una aunque en ocasiones no logran llegar a ella.
Cuide su salud y la de quienes le rodean, si estamos bien con nosotros mismos y nuestro entorno tendremos más motivos para sentir felicidad, no se requiere un día determinado por decreto, hoy es un buen día para ser felices, igual que ayer, que mañana, y todos los días.
Rosa Elena González
Es Licenciada en Relaciones Públicas. Ha colaborado con editoriales en El Mercurio.
Actualmente su columna Vida Diaria se publica en el Portal HOYTamaulipas y los periódicos La Verdad de Tamaulipas, Expreso, La Extra, La Voz de Tula, El Tiempo de Mante y Astronoticias, El Bravo de Matamoros y Canal 10
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